TDAH, Hiperactividad

En este artículo, con mucho humor nos advierten de la tendencia a patologizar comportamientos infantiles habituales y transformarlos en trastornos.

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con / sin Hiperactividad) se establece en función de unos criterios comportamentales, basados en una enorme subjetividad. Un criterio, por ejemplo, es que con frecuencia el niño o niña no sigue instrucciones y no termina las tareas escolares. ¿Cuántas veces es «con frecuencia»? ¿Cuántas veces es esperable que esto suceda y a partir de cuándo se considera problemático? Está claro que los niños no siguen instrucciones a la primera, y que desde luego no van a estar deseosos de hacer las tareas escolares, pero… ¿a partir de cuántas veces deberíamos considerarlo como patológico? Criterios como éste colocan a los profesionales de la sanidad en la enorme dificultad de discernir cómo de problemática es una determinada situación. Esto es especialmente importante ya que además en muchas ocasiones a partir de este diagnóstico se empieza a medicar a los niños, con los efectos secundarios propios de la medicación usada en estos casos.

Lo importante no es diagnosticar, sino entender qué está sucediendo en este niño o niña en concreto para que presente estas dificultades. Más allá de la inatención y de un «exceso» de movimiento puede haber un niño o niña con dolor mental, y que la única manera que ha tenido de poder expresarlo es a través de una exageración de lo que es propio de los niños (la falta de atención y el movimiento). Es importante seguir investigando para no quedarnos en las etiquetas diagnósticas que cierran puertas, sino pensar en cada caso particular, que va mucho más allá de un diagnóstico. Cada niño o niña es diferente, y hay que centrarse en qué significa el síntoma de la hiperactividad o la falta de atención en cada uno de ellos.

Fuente: lavenganzadehipatia.wordpress.com

Tendencia a la medicalización con antidepresivos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos ha advertido hace unos días de un aumento en la prescripción de antidepresivos en niños, con el riesgo de que se esté haciendo sin motivos suficientes y sin tener muy en cuenta los efectos secundarios.

Más allá de las estadísticas, estos informes nos dan un toque de atención sobre la tendencia a la medicalización con antidepresivos en las diferentes situaciones de dolor mental. Tristeza, hiperactividad, falta de atención, fobias, angustia… son síntomas que pueden aparecer en los niños y niñas. En la actualidad se está acostumbrando a medicar rápidamente, sin ir más allá, sin plantearse el por qué de que este niño o esta niña, en particular, sufra de angustia, hiperactividad, tristeza, etc.

Vivimos en un mundo donde parecería que no se puede sufrir, no puede haber dolor (tampoco dolor mental). No tenemos tiempo, hay que ser productivos, etc. A los niños también les afecta este ambiente de rapidez, de no pensar, de no dedicarse tiempo a uno mismo para metabolizar y digerir lo vivido. En este contexto los medicamentos aparecerían como soluciones rápidas, y por tanto deseables.

Es verdad que la medicación en muchas ocasiones es una ayuda, y en otras ocasiones es indispensable para poder empezar a pensar. Sin embargo, casi nunca es suficiente por sí misma, y en algunas ocasiones además tiene efectos perjudiciales.

Cuando nos encontramos con un niño o niña con tristeza hay que analizar esa situación en particular, ver su historia, entender el por qué de esa tristeza para poder trabajarla.

Fuente: bbc.com

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