Madres y padres quieren lo mejor para sus hij@s

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Que madres y padres quieren lo mejor para sus hij@s es algo que está claro. Incluso cuando a veces se equivocan, el objetivo siempre es que a sus hij@s les vaya bien en la vida. Sin embargo, a veces es importante poder separar nuestro deseo del deseo de los y las menores. En este precioso cortometraje nos muestran una bonita historia de padre e hijo donde la rutina y las obligaciones hacen que ambos entristezcan, hasta que el padre puede escuchar el deseo de su hijo.

La infancia del padre o madre

Cuando una persona está pensando en tener hijos, aparecen muchas fantasías acerca de este tema: ¿Cómo será? ¿A quién se parecerá? ¿Lo sabré hacer bien? Entre estas fantasías siempre surge la infancia propia del adulto: «mi madre hacía esto así y me parece que fue bueno para mí», «yo no pude estudiar porque me tocó trabajar, así que si tengo hijos, estos estudiarán», «jamás gritaré, como hacía mi padre» y un largo etcétera de recuerdos que provocan una serie de deseos a la hora de enfrentarse a la paternidad o maternidad.

En el fondo siempre hay un temor a meter la pata, a hacer sufrir a los hij@s. Lo que está detrás de todo esto es el deseo de ser buen padre o madre.

Si la maternidad o paternidad se realiza en pareja, hay que aunar, además, los deseos y miedos de ambas partes.

Acompañar a los y las menores

Los y las menores van creciendo, y si todo va bien, tienen deseos y funcionamientos propios. Esto, a veces, genera malestar. No estamos hablando solamente de que no quieran estudiar magisterio como el padre o medicina como la madre, sino de cosas más sutiles que hacen enfrentarse a padres y madres, nuevamente, con su infancia. Puede resultar que la manera de enfadarse de la hija nos recuerda al padre que tanto nos hizo sufrir de pequeños; o que no le guste dibujar, algo que siempre quisimos transmitirle.

A lo largo del crecimiento a veces se pueden dar malestares tanto en los y las menores como en los adultos relacionados con este tipo de cuestiones. Se hace necesario acompañarles en su idiosincrasia, pero para esto hay que poder tener identificados aquellos elementos propios, familiares, deseos, fantasías, miedos… que permitan dejar crecer y acompañar a los menores sin invadirles con todo esto.

Para cualquier duda relacionada con este tema u otros, pueden ponerse en contacto con María Bilbao Nogueira, psicólogo en Bilbao, a través del teléfono 653 724 653 o del formulario de contacto.

Como acompañar en la infancia sin sobreproteger ni abandonar

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A lo largo de la infancia adultos y niños nos enfrentamos a muchos retos que poco a poco se van superando. Dejar atrás los ruedines de la bicicleta, comenzar a andar, empezar a usar el orinal… Para que niños y niñas progresen hay dos factores igual de importantes: ellos y ellas, por una parte, y las personas que les cuidan, por otra.

Se ha escrito mucho sobre cómo hacer para no sobreproteger a los hijos. En esta noticia que se adjunta, sin ir más lejos, se habla sobre este tema de una forma bastante interesante. No hay una única forma de ayudar en la infancia a que los menores vayan pasando por las diferentes fases de desarrollo. A veces hay que proteger, y a veces hay que hacerse a un lado.

Nuestra propia historia de vida

Padres y madres hacen lo que pueden. Muchas veces intentando compensar aquello que ellos y ellas tuvieron, o carecieron. Por ejemplo: si crecí siendo criado por unos padres sobreprotectores, tal vez, a la hora de criar a mis hijos, decida hacer lo contrario. Seguramente porque me he dado cuenta de que estar demasiado protegido o protegida en la infancia, hace que haya mayores miedos y dependencia de los demás para poder hacer las cosas. Sin embargo, el extremo opuesto tampoco es recomendable.

Un niño o niña al que se le deja hacer todo solo puede sentirse perdido y abandonado. Los menores necesitan nuestra ayuda. Eso sí, a veces la ayuda simplemente consiste en estar al lado y darles apoyo con la mirada. Y en otras ocasiones es necesario ejercer de ejemplo para que aprendan cómo se hacen las cosas. En otras ocasiones, sin embargo, será necesario hacer algo por ellos.

Cada edad tiene su librillo

Como vemos no hay una única manera de actuar. Sobre todo hay que tener en cuenta la edad de los menores. Con 3 años es posible que un niño o niña quiera hacer muchas cosas por sí mismo, porque empieza a rebelarse un poco contra los adultos. No obstante, por muy autónomo que nos parezca, habrá cosas que le podamos permitir hacer (ponerse el abrigo) y otras cosas que no debamos permitirle hacer solo.

Es verdad que a veces hace falta mucha paciencia y mucho tiempo para lograr que niños y niñas aprendan a hacer determinadas cosas solos. En el ejemplo puesto antes, el del abrigo, habrá momentos en los que le pongamos el abrigo al menor, y no pase absolutamente nada. A veces no hay tiempo o ganas, no hay que culpabilizarse. Y habrá otras ocasiones en las que tendremos que intentar levantarnos 5 minutos antes, sabiendo que si queremos que sea el pequeño el que se ate, al fin, los cordones de sus zapatos, necesite un tiempo extra.

Ante cualquier duda sobre este tema pueden ponerse en contacto a través del Formulario de contacto de María Bilbao Nogueira, psicólogo infantil, de adolescentes y adultos en Bilbao.

Tristeza infantil

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Set of boy excited and sad illustration

Los niños y las niñas pueden sufrir. Hace décadas se consideraba que los más pequeños de la casa, por ser tan pequeños, no se enteraban de nada. Hoy en día padres y padres son conscientes de que esto no es así. No obstante, todavía asusta mucho pensar que puedan estar tristes.

Manifestaciones de la tristeza infantil

Además de lo que nos puede costar asumir que un niño o niña esté sufriendo, a veces resulta difícil darse cuenta de que esto esté sucediendo. La tristeza de los pequeños no se pone de manifiesto igual que en los adultos. Hay muchos niños que ni siquiera pueden expresar, ante una pregunta directa, que están tristes.

Algo que puede suceder, y que facilita bastante la identificación para los padres, es ver que el pequeño no tiene ganas de hacer nada. Sabemos que los niños son pura energía, y cuando vemos a algún niño o niña que nunca quiere hacer cosas…. podemos pensar que algo está sucediendo.

Pero las situaciónes más difíciles de reconocer son, curiosamente, las más habituales: niños y niñas muy enfadados, o demasiado alegres.

Enfado y tristeza son dos caras de la misma moneda. Y en no pocas ocasiones, detrás de un niño o niña que se enfada constantemente… hay tristeza. Si nos paramos a pensar todos tenemos experiencias en las que estamos muy enfadados, y detrás se oculta una tristeza por algo que nos está ocurriendo.

Así mismo, en otras ocasiones los pequeños de la casa se muestran alegres siempre, parece que nada les afecta. Son niños o niñas que ante situaciones de frustración pueden actuar como si nada les sucediera. Obviamente esto no es algo que los menores hagan conscientemente, sino que como todos los seres humanos, se defienden del dolor de la mejor manera que pueden.

Qué podemos hacer

Si sospechamos que nuestro hijo o hija está triste y que puede necesitar ayuda. lo mejor sería ponerse en contacto con un profesional. En la consulta se valorará qué es lo que puede estar sucediendo, y si es necesario apoyar al niño o niña (y en muchas ocasiones a padres y madres) a gestionar mejor dicha situación o la familia cuenta con recursos para gestionarlo por sí mismos.

Para cualquier duda sobre éste u otros temas, pónganse en contacto con María Bilbao, psicóloga en Bilbao.

Niñas, niños, y nuevas tecnologías

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Los niños y niñas actuales nacen de la mano de las nuevas tecnologías. Si bien los adultos nos hemos tenido que adaptar al uso de tablets, smartphones y demás dispositivos… no así los peques de la casa. Llama la atención ver a niños de prácticamente un año de edad manejando el smartphone con soltura. Cierto es que los gestos para pasar de foto o de pantalla son intuitivos. No obstante, que los niños y niñas lo sepan usar no quiere decir que sea positivo para ellos.

Pantallas y ¿tranquilidad?

Padres y madres usan habitualmente las pantallas para tranquilizar a hijos e hijas. En muchas ocasiones parece que ayudan a que coman tranquilos. O a que no den guerra cuando estamos en un sitio donde se requiere cierto silencio. O a que no llamen de manera constante nuestra atención cuando no podemos atenderles porque estamos ocupados. Es cierto que cuando a un peque se le deja una pantalla con un capítulo de su serie favorita, parece que se calma. Pero… ¿se calma realmente?

Cuando los niños muy pequeños tienen delante una pantalla con imágenes con sonido y movimiento (una serie, una película)… no entienden por sí mismos lo que están viendo. Lo único que reciben son estímulos a los que todavía no pueden dar forma adecuadamente. En muchas ocasiones son estímulos que van muy rápido, con sonidos también cambiantes, que no logran comprender. No están todavía preparados para eso. Por tanto, aunque puedan parecer que se quedan embelesados mirando la pantalla, y no molestan… en realidad están siendo bombardeados con numerosos estímulos que no pueden procesar. No es conveniente, por tanto, que menores de dos años usen dichos dispositivos a menudo.

Pantallas y compañía

Otra de las cuestiones fundamentales de que un niño o niña vea una serie es el poder compartirla. Sin embargo, en numerosas ocasiones los adultos usamos las pantallas para que los menores estén acompañados mientras hacemos alguna tarea. No se trata de culpabilizarse, pero sí de poder entender qué supone para un niño este tipo de situaciones.

Los niños y niñas, de lo que realmente disfrutan, es de ver aquello que les gusta acompañados del adulto de referencia. La figura del adulto en estas ocasiones tiene varias funciones. Una de ellas, muy importante, es la de poner en orden y dar sentido a lo que el menor está viendo. Los adultos explicamos qué está pasando en las series o películas que los niños ven. De hecho si nos sentamos con ellos, a veces nos hacen preguntas espontáneamente. Otra función sería la de compartir. Los niños y niñas deben compartir con sus mayores experiencias placenteras. Esto refuerza los vínculos y mejora sus emociones.

Y por otro lado, no podemos olvidar la función que hacen los padres y madres de control sobre los contenidos a los que están expuestos los menores con las nuevas tecnologías. A golpe de click, sin que nos demos cuenta y sin que ellos mismos quieran, niños y niñas acceden a contenidos inapropiados, que les impactan a edades muy tempranas.

Conclusiones

No se trata de demonizar las nuevas tecnologías. Simplemente de entender qué está en juego cuando un niño o niña está delante de una pantalla. De esta manera podremos mejorar su uso.

Para cualquier cuestión sobre este tema u otros, no duden en ponerse en contacto con María Bilbao, psicólogo infantil en Bilbao.

Fuente: elpais.com

 

Sexualidad de niños y niñas (sexualidad infantil)

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Niños y sexualidad, dicho así, puede asustar. Sin embargo, los niños y las niñas están en contacto con su sexualidad de diferentes maneras a lo largo de su vida. En estos días ha sido noticia que se va a implementar un programa en colegios de Navarra, orientado a trabajar la sexualidad infantil en la escuela. Ha habido opiniones muy diversas acerca de dicho programa.

Sexualidad infantil y sexualidad genital

Algo muy importante a tener en cuenta es la diferencia entre sexualidad infantil y genital. El acceso a la sexualidad genital llegar con la pubertad. Es en ese momento cuando el cuerpo está preparado para tener experiencias sexuales genitales. Hablamos del cuerpo simplemente. Eso no quiere decir que a esa edad se esté preparado siempre para tener relaciones sexuales a otros niveles: emocional, psíquico…

Niños y niñas tienen sexualidad. Pero es una sexualidad diferente a la que nosotros tenemos, como adultos. Los niños y las niñas, desde muy pequeños, están interesados en su sexo. Pronto empiezan a tocarse, a explorar, a querer tocar a los demás, etc. Antes de este momento ya hay sexualidad infantil: el deseo de tocar todo con la boca, o el placer derivado de controlar los esfínteres, o aguantarse el pis y las cacas… Son estas experiencias orientadas a distinguir y conocer su cuerpo, así como el de los demás. Comienza el interés por las diferencias entre chicos y chicas. En este contexto puede haber comportamientos o comentarios que nos hagan enrojecer a los adultos. Pero esto sucede porque nosotros lo vemos con nuestros ojos de adultos.

Qué hacer ante el interés de los niños por la sexualidad

Los niños y niñas tienen ritmos diferentes en el acceso a la comprensión de la sexualidad genital. Es importante adaptarse al ritmo de cada uno. Suelen hacer muchas preguntas que a veces los adultos no sabemos cómo responder. Para saber qué tienen en su cabeza en ese momento, se les puede pedir que intenten contestar a su propia pregunta. Esto nos da información muy valiosa. De esta manera sabremos qué está dispuesto a entender y qué no. No es conveniente explicarles en detalle cosas que no están preparados para entender. Le podemos explicar a un niño o niña con dibujos y esquemas cuál es el origen de su hermanito… que si todavía no tiene edad para entenderlo no lo va a hacer. Después de una charla de este tipo, no son pocas las ocasiones en las que los niños dicen: «vale, eso son los dibujos, pero mi hermanito va a salir por el culete de mamá». Por tanto, es conveniente estar atentos a sus necesidades. Adaptarse a su ritmo. Ante cualquier pregunta de un niño acerca de la sexualidad no hace falta dar una lección de anatomía. Simplemente escuchar y ver qué es lo que quiere entender, y hasta dónde está dispuesto a hacerlo.

Para cualquier información sobre este u otros temas no duden en ponerse en contacto con María Bilbao, psicólogo en Bilbao (niños, adolescentes y adultos).

Fuente: abc.es

 

Diagnóstico de hiperactividad, más allá de la etiqueta

Niños Vector de Niños creado por freepik

En esta noticia nos hablan del diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). En la actualidad es éste un diagnóstico bastante controvertido.

Sobrediagnóstico

Tal y como señalan los profesionales entrevistados, hay un sobrediagnóstico de dicho trastorno. Los trastornos van cambiando con la sociedad, porque dicha sociedad se va modificando. No obstante, el diagnóstico de hiperactividad nos señala la patología de la misma. Vivimos en un mundo absolutamente hiperactivo. Sin embargo, no toleramos ese nivel de actividad en los niños y niñas. En muchas ocasiones los criterios para el diagnóstico se basan en criterios subjetivos. Lo que una persona puede sentir como algo insoportable y excesivo, tal vez otra lo viva como una ligera molestia. Antes decíamos «es un niño movido», y ahora directamente se le pone la etiqueta de hiperactivo. Y seguramente lo que hace años se entendía como «niño movido» era bastante más movimiento que el que se tolera actualmente.

Qué hacer después del diagnóstico

Puede que el diagnóstico de TDAH tranquilice a muchos padres y madres. Al fin alguien da una explicación de lo que le pasa al hijo o hija. Pero esto no es suficiente. ¿Qué hacer después?

En primer lugar habría que entender la hiperactividad como un síntoma. Es decir, como una manifestación de algo. No quedarse en el mero diagnóstico suele ayudar a los niños. Cuando un niño está hiperactivo… es por algo. Importante esta sutil diferencia entre «ser» hiperactivo, y «estar» hiperactivo. Decir  que un niño o niña es hiperactivo nos hace pensar en una cronicidad. En cambio decir que está hiperactivo nos hace pensar en algo a seguir investigando, para entender los motivos. Y sobre todo… habla de un estado, no de algo permanente.

Para poder entender lo que puede haber detrás del diagnóstico de hiperactividad, sería recomendable acudir donde un profesional. La psicoterapia puede ayudar a entender los motivos, lo que permitirá ayudar al niño o niña de una forma quizá más adecuada.

Para cualquier duda sobre este tema no duden en ponerse en contacto a través del formulario o del teléfono con María Bilbao, psicólogo en Bilbao.

Fuente: abc.es

 

 

Niños y niñas en los parques

Niños en parque. Diseñado por Freepik

Hace unos días se hizo viral un vídeo de unos niños y niñas jugando en un parque de Bilbao. Se hizo viral rápidamente por el conflicto que mostraba. Hubo diferentes interpretaciones del mismo.

Lo cierto es que los conflictos en los parques son habituales. A veces se producen entre los niños y niñas, y a veces… incluyen a los padres y madres. En esta noticia se expone una especie de decálogo sobre lo que hay que hacer en este tipo de situaciones.

La importancia del juego en los niños

Para los niños, el parque es un espacio para «jugar», como ellos manifiestan. Sin embargo, no solamente es eso. A través del juego los pequeños aprenden cosas tanto o más importantes que las de la escuela. Es más, es necesario poder jugar para que se den los aprendizajes escolares.

Un ejemplo fácil de entender en este sentido sería el de un niño que no sabe perder. A lo largo de la vida tenemos el deber de mostrar a nuestros hijos que existen los límites. Pero no solamente los límites en el sentido normativo. También los límites en el sentido de que no podemos hacer todo. Estamos limitados. Habrá cosas que se nos den bien… y otras que no tanto. Esto se puede transmitir en muchas situaciones de la vida. El juego es una de ellas. Cuando jugamos con nuestros hijos e hijas podemos mostrarles esto. Tan solo de esta manera se consigue que puedan aceptar perder. Perder supone aceptar una cierta fragilidad, natural en todo ser humano. Los niños que no saben perder tampoco pueden aprender en la escuela. ¿Por qué? Aprender supone aceptar que uno no lo sabe todo, y que necesita del otro para saber.

Cuando los niños y niñas juegan adquieren una cantidad de capacidades tan necesarias para la vida como las matemáticas. El juego en compañía supone una oportunidad para reconocer las emociones propias y ajenas, para conocer los límites del cuerpo, para desarrollar la fantasía… y un largo etcétera.

El papel de los padres y las madres

La psicología infantil nos ha mostrado que padres y madres son importantísimos en el juego de los menores. Cuando juegan con ellos hacen de ejemplo, acompañan, recogen las emociones que surgen en el juego…

Y su presencia en los parques es fundamental para los niños. Niños y niñas, sobre todo cuando son pequeños, necesitan la mirada del adulto. Aunque estén jugando con otros niños, demandarán que su aita o ama les mire. Esto es algo natural, ya que quieren compartir sus avances y capacidades con los adultos. A veces es difícil para los padres encontrar el punto medio de interés y de dejarles a su aire. Los padres deben ser un apoyo para que el menor vaya, poco a poco, siendo cada vez más autónomo.

No obstante cada edad es diferente. Los niños muy pequeños, aunque estén en el parque, requerirán del apoyo constante de los adultos. A medida que van cumpliendo años pueden compartir más cosas con otros niños. No podemos esperar que un peque de 2 años quiera compartir sus juguetes. Si lo hace, será porque se lo pedimos o porque quiere el juguete de otro niño y acepta un intercambio.

Dentro de esos avances necesarios en el desarrollo de los menores está la capacidad de resolver conflictos. No hay que asustarse de que los niños y niñas discutan en el parque. O que incluso se peguen. Están construyendo sus límites, incluso corporales, y van probando diferentes cosas. De hecho hay edades donde los juegos con cierta violencia son habituales y necesarios. Es ésta una violencia controlada, con normas que ponen los propios niños, y que el que se pase… es expulsado del grupo. Juegos como el campo quemado es un ejemplo de ello. Si resolvemos cada situación difícil de nuestros hijos no estaremos apoyando su crecimiento, sino que estaremos haciendo que sigan siendo dependientes de nosotros, y se sientan vulnerables.

Fuente: elnortedecastilla.es

Para cualquier consulta sobre este tema, u otros, se pueden poner en contacto a través de este formulario en la web de María Bilbao, psicólogo infantil en Bilbao.

 

 

Jóvenes y adicción a las nuevas tecnologías

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Tal y como nos comentan en esta noticia, cada vez hay más jóvenes adictos a las nuevas tecnologías. Y parece que es esta una problemática en aumento.

Niños y niñas

Padres y madres, en muchas ocasiones, usan el smartphone o la tablet para calmar a niños y niñas muy pequeños. Por una parte es un ansiolítico que todos tenemos a mano. Cuando a un bebe o niño se le da cualquier dispositivo con pantalla y sonido… se queda como anestesiado. Y si se pone a manejarlo, resulta divertido ver cómo es capaz de usarlo casi mejor que un adulto. Pero todo esto puede tener consecuencias.

Para niños y niñas muy pequeños, por debajo de los 2 años, un dispositivo de este tipo es una fuente constante de estímulos. Esto es lo que les deja embelesados. Sin embargo, son estímulos que no entienden. Deberíamos evitar que usaran ningún aparato de este tipo antes de esta edad.

En niños y niñas mayores, tampoco es conveniente abusar. Durante la infancia se construye la idea del mundo. Pero para esto, hace falta la presencia de un adulto al lado, que de forma a los estímulos percibidos. No tiene nada que ver ponerle un capítulo de una serie infantil a un niño, que verlo con él. De hecho siempre que vemos una serie con los niños… estos están pendientes de lo que les contamos, y hacen preguntas. Necesitan la ayuda de un adulto para procesar y entender todo lo que ven y oyen. Cuando no hay un adulto cerca, reciben estímulos que no controlamos, y que no tienen por qué entender. Acaban estando sobreestimulados, pero sin comprender lo que perciben.

Jóvenes

Si no se potencian otro tipo de actividades, en ocasiones los jóvenes no quieren hacer nada más que estar con dispositivos electrónicos. Cierto es que el mundo ha cambiado. No se trata de demonizar las tablets o los smartphones. Sin embargo, si desde pequeños enseñamos a nuestros hijos a hacer otras cosas… seguramente tendrán otros intereses a esta edad.

No todos los jóvenes acaban siendo dependientes de sus móviles. Evidentemente aquellos con mayores dificultades sociales seguramente tengan más posibilidades.

No podemos olvidar algo muy importante, pedirles a nuestros hijos e hijas que dejen sus móviles cuando les hemos criado pegados a una pantalla… es complicado. Solo hay que ir a un aprque para descubrir a muchos padr

es y madres que en lugar de mirar a sus hijos jugar están pendientes de sus teléfonos. Es importante para los niños y niñas sentirse mirados. De esta manera les mostramos que lo interesante está en las pantallas. Más allá de que hoy en día el mundo esté gobernado por las tecnologías, y éstas sean necesarias… no podemos olvidar que las necesidades de los niños y niñas siguen siendo las mismas: tener a adultos cerca que les miren, les protejan, y les expliquen y muestren el mundo.

Para cualquier otra información, pónganse en contacto con María Bilbao, Psicólogo en Bilbao.

Fuente: hoy.es

Padres y madres

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Tal y como nos comentan en esta noticia, ser padre  y madre no es tarea fácil.

Algo que muchas veces no tenemos en cuenta  es que por ser padres no dejamos de ser hijos. ¿Esto qué quiere decir? Que nuestras cuestiones de la infancia resueltas, y sin resolver, se ponen en juego a la hora de tener un hijo.

El pasado está presente

Ya incluso antes de ser padres y madres, en el momento de empezar a concebir la idea de tener hijos, todo esto está presente. Nos enfrentamos a todo aquello que queremos hacer como lo hicieron nuestros progenitores. Y a la vez con todo aquello que no queremos hacer igual. Sin embargo, en muchas ocasiones, nos encontramos haciendo justo lo contrario a lo que habíamos deseado.

No hay un manual de instrucciones para ser buenos padres. No obstante, sí que hay algunas cosas que habría que intentar tener en cuenta para ayudar a los hijos a crecer de la mejor manera posible. Hoy vamos a hablar de una de ellas:

En esta noticia mencionan que es importante no juzgar a nuestros hijos. Si bien lo que se plantea es no intentar que hagan las cosas tal y como nosotros queremos o esperamos… sí que es importante hacer de guía para ellos. Los niños, especialmente los más pequeños, no saben cómo funciona el mundo.

Sí es necesario acompañar

Cuando un bebé nace, al principio es un cúmulo de sensaciones corporales. Dichas sensaciones son desconocidas para el bebé. Es gracias a la labor de las figuras de cuidado, que van poniendo palabras a aquello que el bebé siente. Gracias a esto empieza a discernir unas cosas de otras. Cuando un padre o madre intenta adivinar lo que le pasa a su bebe cuando llora, aunque no acierte, el mero hecho de poner palabras a lo que supone que le pasa (dolor de tripa, por ejemplo), ayuda a ir configurando la idea del propio cuerpo. Lo mismo pasa con el mundo externo. Los papás y mamás van dando forma a lo que el niño o niña ve en la realidad.

En este sentido, así como transmitimos a nuestros hijos el funcionamiento de sus cuerpos y el funcionamiento de la realidad externa… debemos transmitir las cuestiones sociales.

No se trata en ningún caso, efectivamente, de que los hijos hagan exactamente lo que nosotros queremos. Pero si cuando son pequeños no transmitimos unas ideas de lo que se puede y no se puede hacer… estarán muy perdidos. Debemos ser el sostén y la guía de los hijos. Tan solo de esta manera, cuando lleguen a la adolescencia, y deban replantearse todo lo que sienten y piensan…. tendrán algo a lo que agarrarse, y posteriormente, tomar sus propias decisiones. Decisiones, que efectivamente, no tienen por qué ser las que a nosotros nos hubiera gustado.

Para cualquier información relacionada con este u otros temas no duden en ponerse en contacto con María Bilbao, psicólogo en Bilbao

Fuente: elpais.com

Niños e hiperactividad

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Tal y como comentan en esta noticia, en la actualidad hay un sobrediagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. Ya el mismo título de la noticia da lugar a error. Decir «es hiperactivo» no es lo mismo que decir «está hiperactivo». La primera frase da lugar a pensar en qué tratamiento necesita, porque no hay nada más que hacer. La segunda frase abre la puerta a pensar qué está pasando, y buscar las soluciones más adecuadas.

Hiperactividad e infancia

La infancia se caracteriza por algunos de los síntomas achacados al TDAH. Lo esperable es que los niños y niñas que no tienen ningún tipo de dificultad, especialmente los más pequeños, tengan estas características:

  • Mantener la atención por periodos cortos de tiempo.
  • No poder estar quietos.
  • Ser impulsivos.

Y a pesar de que todos sabemos que eso es lo normal siendo niño… ¿por qué se diagnostica como patológico lo que muchas veces es esperable?

Influencias sociales

Es importante tener en cuenta que estamos esperando de los niños y niñas cuestiones que ni siquiera los adultos podemos hacer hoy en día. ¿Cuántos de nosotros escuchamos música, revisamos el whatsapp, intentamos leer algo, y miramos nuestro correo electrónico «a la vez»? Estamos pidiendo a los niños que hagan presten atención a una única cosa. Y cuando no lo logran… se les etiqueta de hiperactivos. No obstante en realidad todos estamos viviendo en un mundo de sobreactividad.

Causas de la hiperactividad

Sí que es cierto que la hiperactividad «normal» tiene unos límites. En estos casos habría que plantearse las causas posibles. Qué un niño o niña «esté» hiperactivo puede tener múltiples causas. Algunas de las más comunes podrían ser:

  • Por dificultades sensoriales (infección de oídos, problemas visuales…).
  • Tristeza
  • Dificultades con la normativa.
  • Intentar que sus padres no estén tristes o preocupados por otra cosa.

Tratamiento

Desde esta manera de entender la hiperactividad, no hay un único tratamiento, sino que habría que intentar entender qué causas están provocando la hiperactividad, para abordarlo de la mejor manera posible.

Para cualquier cuestión relacionada con la hiperactividad, o la infancia, pueden ponerse en contacto con María Bilbao, psicólogo en Bilbao.

Fuente: elpais.com