A lo largo de la infancia adultos y niños nos enfrentamos a muchos retos que poco a poco se van superando. Dejar atrás los ruedines de la bicicleta, comenzar a andar, empezar a usar el orinal… Para que niños y niñas progresen hay dos factores igual de importantes: ellos y ellas, por una parte, y las personas que les cuidan, por otra.
Se ha escrito mucho sobre cómo hacer para no sobreproteger a los hijos. En esta noticia que se adjunta, sin ir más lejos, se habla sobre este tema de una forma bastante interesante. No hay una única forma de ayudar en la infancia a que los menores vayan pasando por las diferentes fases de desarrollo. A veces hay que proteger, y a veces hay que hacerse a un lado.
Nuestra propia historia de vida
Padres y madres hacen lo que pueden. Muchas veces intentando compensar aquello que ellos y ellas tuvieron, o carecieron. Por ejemplo: si crecí siendo criado por unos padres sobreprotectores, tal vez, a la hora de criar a mis hijos, decida hacer lo contrario. Seguramente porque me he dado cuenta de que estar demasiado protegido o protegida en la infancia, hace que haya mayores miedos y dependencia de los demás para poder hacer las cosas. Sin embargo, el extremo opuesto tampoco es recomendable.
Un niño o niña al que se le deja hacer todo solo puede sentirse perdido y abandonado. Los menores necesitan nuestra ayuda. Eso sí, a veces la ayuda simplemente consiste en estar al lado y darles apoyo con la mirada. Y en otras ocasiones es necesario ejercer de ejemplo para que aprendan cómo se hacen las cosas. En otras ocasiones, sin embargo, será necesario hacer algo por ellos.
Cada edad tiene su librillo
Como vemos no hay una única manera de actuar. Sobre todo hay que tener en cuenta la edad de los menores. Con 3 años es posible que un niño o niña quiera hacer muchas cosas por sí mismo, porque empieza a rebelarse un poco contra los adultos. No obstante, por muy autónomo que nos parezca, habrá cosas que le podamos permitir hacer (ponerse el abrigo) y otras cosas que no debamos permitirle hacer solo.
Es verdad que a veces hace falta mucha paciencia y mucho tiempo para lograr que niños y niñas aprendan a hacer determinadas cosas solos. En el ejemplo puesto antes, el del abrigo, habrá momentos en los que le pongamos el abrigo al menor, y no pase absolutamente nada. A veces no hay tiempo o ganas, no hay que culpabilizarse. Y habrá otras ocasiones en las que tendremos que intentar levantarnos 5 minutos antes, sabiendo que si queremos que sea el pequeño el que se ate, al fin, los cordones de sus zapatos, necesite un tiempo extra.
Ante cualquier duda sobre este tema pueden ponerse en contacto a través del Formulario de contacto de María Bilbao Nogueira, psicólogo infantil, de adolescentes y adultos en Bilbao.