En esta noticia tan interesante, nos hacen conscientes de que actualmente la infancia se caracteriza por el exceso. Es verdad que los tiempos han cambiado mucho. Ahora hay mayores recursos para todo: para encontrar información, para compartirla, para variar de actividad, etc.
La sobreexcitación – La infancia del exceso
Sin embargo, no siempre tanto es necesario. Los niños cuentan con demasiadas cosas. Hoy en día hay muchas familias que ponen un tope, por ejemplo, a los regalos que van a recibir sus hijos. No es de extrañar. Cuando los niños reciben muchos regalos, no pueden disfrutar realmente de ninguno. Permanecen sobreestimulados y no se centran en jugar con uno de ellos.
Niños y niñas cuentan con demasiada información. Ocurre lo mismo. Hace años la única manera de hacer los deberes era usando un diccionario y una enciclopedia. Indudablemente internet ha supuesto la posibilidad de acceder a más información. No obstante, mucha información no implica que se pueda entender mejor. A todo hay que darle forma para poder comprenderlo.
Por si fuera poco, ahora hay muchas opciones, demasiadas. Esto correlaciona con el exceso de información y de cosas. Los niños se pueden ver abrumados en ocasiones ante tanta variedad. Es positivo que se pueda elegir entre muchas cosas, pero a veces se hace necesario simplificarles la vida. Padres y madres pueden elegir previamente algo por sus hijos, filtrando un poco. Esto se puede aplicar, por ejemplo, a las actividades extraescolares.
Así mismo, viven un exceso de velocidad. El mundo transmite en ocasiones demasiado rápidamente para lo que ellos pueden metabolizar. Es trabajo de padres y madres digerir, filtrar, y sobre todo… quitar el exceso de estímulos a los que se ven expuestos. Esta labor de paraexcitación es necesaria siempre, desde el nacimiento, para que de esta manera los niños logren hacerlo por sí mismos en un futuro. Y en los tiempos que corren… aun más.
Como corregir los excesos en la infancia
¿Cómo lograr todo esto? Intentando simplificar un poco la vida tan ajetreada que la sociedad nos demanda. Priorizando el sueño de los niños, por ejemplo. Dejando tiempo para jugar, aunque sea a costa de renunciar a algunas actividades extraescolares. Permitiéndoles aburrirse para que de esa manera puedan crear algo nuevo.
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Fuente: rinconpsicologia.com