Los deberes escolares
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Los deberes escolares son fuente de estrés en muchos hogares. Cada tarde, en muchas casas, se repite la misma situación. Padres, madres, o figuras de crianza… se pelean para que los niños hagan los deberes antes de que haya que bañarse, cenar y dormir. Seguramente no será motivo de pelea en muchas casas. Pero suele ser una queja recurrente entre las familias.

Demasiados deberes

Los niños y niñas tienen demasiados deberes. El aprendizaje en casa debería ser de otra manera. Debería estar más orientado a un aprendizaje mientras que se hacen actividades gratificantes. Es como si después de una jornada completa a los adultos nos pidieran que nos lleváramos trabajo a casa para un par de horas más. Y esto… de lunes a viernes y siempre que venga un puente. Algo del sistema educativo ahí falla.

Pero más allá de la lucha contra el sistema educativo… hay que encontrar fórmulas que permitan que los deberes no sean tal fuente de discusiones. Una de las razones por la que los padres y madres se desesperan es que sienten que el hecho de que los hijos hagan o no hagan los deberes es responsabilidad suya (de los padres). Y esto no es así. No son pocos los aitas y amas que saben, vía whatsapp, todos los deberes que tienen que hacer sus hijos cada tarde.

La responsabilidad de los deberes

Tal y como muestran en esta noticia, la responsabilidad de los deberes debe ser paulatinamente asumida por los niños. Lo equiparan con el proceso de aprendizaje de comer adecuadamente. Al principio hay que enseñarles a hacerlo para que puedan hacerlo solos después. Es una muy buena comparación. Es la labor de los aitas ir, poco a poco, facilitando tiempo y espacio para que los niños puedan hacer los deberes. En principio habrá que sentarse con ellos y ayudarles. Pero paulatinamente habrá que dejar que sean ellos los que los hagan (o no los hagan). Deben sentir que es su responsabilidad.

En este proceso es importante que tengan un espacio cómodo para hacer los deberes. Y sobre todo… que dispongan del tiempo para hacerlos. Y esto contrasta con las agendas de muchas familias. Quizá hubiera que replantearse la cantidad de extraescolares a las que se lleva a los niños hoy en día. Si después del colegio, a diario, tienen actividades que les hacen llegar a la casa a las 19.30… se hace complicado que quieran (y puedan) hacer los deberes. Están agotados para esa hora. Han tenido su jornada completa, un par de horas extra, y además tienen que seguir trabajando al ir a casa.

A veces se hace necesario sacrificar ciertas actividades. Por muy placenteras o necesarias que nos puedan parecer, es importante que las tardes sean un tiempo tranquilo. Donde haya un rato para hacer deberes.  Pero también debe haber otros ratos para compartir con los hijos, charlar, explorar, jugar… actividades éstas tan necesarias como el ir a la escuela.

Fuente: elpais.com