Aprender a acompañar en el crecimiento de los hijos
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Cuando hablamos de cómo acompañar a los niños en el crecimiento nos referimos a ese proceso de estar ahí, para lo que necesiten, pero sin hacer cosas por ellos que ya son capaces de hacer. Esto es más fácil decirlo que hacerlo.

Aprender a acompañar en el crecimiento a los hijos

Desde el momento del nacimiento, niños y niñas van adquiriendo habilidades. Una de las primeras y que más recuerdan muchos padres es el proceso por el cual terminan andando. Hay que hacer un buen ejercicio de paciencia, y de tolerancia, para permitir que los niños aprendan a andar. Paciencia porque uno les ve a punto de lograrlo… pero a veces no lo logran. Y tolerancia, porque hay que aguantar el deseo irrefrenable de ayudarles, o de protegerles en exceso. Cuando se logra acompañar a un niño en este proceso, con paciencia y tolerancia, se le habrá ayudado como necesita. Sabiendo que el ritmo de cada niño o niña es diferente.

Otro hito es el aprendizaje a comer con cubiertos. Aquí sí que hacen falta sacos de paciencia. Este proceso incluye enseñarles a coger los cubiertos, pero aguantar que no lo van a hacer bien al principio. Se llenarán de comida enteros. Mancharán la mesa, el suelo y la pared. Si logramos ir acompañándoles, parándonos a nosotros mismos ante el deseo de hacerlo por ellos… les habremos dado otra experiencia de sentir que ellos pueden hacerlo por sí mismos. Si no lo alcanzamos a hacer así… es posible que les terminemos dando la comida nosotros cuando en realidad serían capaces de hacerlo perfectamente. Es decir, estaríamos frenando su desarrollo por nuestras propias necesidades.

El error de hacer las tareas de los hijos

En los tiempos que corren es fácil acabar por hacer muchas cosas por los hijos e hijas. Es más rápido, sin duda. Y mucho más fácil. Pero con estas conductas les transmitimos la idea de que no son capaces. Y esto genera sufrimiento, porque provoca una sensación de inseguridad. La seguridad en ellos mismos es fundamental cuando se enfrenten al mundo social, para no doblegarse a los grupos, para sentirse tranquilos con sus opiniones, etc.

Todos tenemos la experiencia de haber aprendido muchísimo de nuestros propios fracasos. Deberíamos intentar hacer lo mismo por nuestros hijos. No se trata de estar impasibles frente a su frustración, sino de dosificar la ayuda.

Fuente: elpais.com

Para más información no duden en ponerse en contacto con María Bilbao, psicólogo en Bilbao.