Sobrevivir a la adolescencia no es tarea fácil. Ni para los adolescentes propiamente dichos… ni para sus padres.
Madurez física
La adolescencia es una etapa de enormes retos. Supone adaptarse a los cambios fisiológicos. Estos cambios, de sobra conocidos por todos, provocan malestar en los adolescentes. El cuerpo se hace visible, empieza a cambiar, tiene formas. Y esto va acompañado de algunas expresiones corporales incotrolables. La menstruación, algunas erecciones, el acné… Los y las adolescentes tienen la sensación de que su cuerpo tiene vida propia, que escapa a su control.
La adaptación a tal situación puede tomar diferentes vías. Hay adolescentes que permanentemente tapan su cuerpo, poniéndose decenas de capas. Otros adolescentes optan por «trabajar el cuerpo» como una manera de controlarlo. Y en este deseo de control se enmarca también en algunas ocasiones las dificultades con la alimentación propias de la anorexia. El cuerpo, en esta época, se puede vivir como amigo o como enemigo. Normalmente hay un poco de todo a la vez, y la sensación de que el cuerpo les molesta cambia un poco en función del día. Esta sensación es conocida y relatada por muchos adolescentes, y por sus padres y madres que la sufren.
Identidad
Los adolescentes comienzan a sentir que sus padres ya no lo saben todo, y buscan nuevos modelos de identidad. Esto es de sobra conocido por todos. A veces hacen elecciones que no gustan a sus padres, las famosas «malas compañías». Sean buenas o malas compañías la razón siempre para elegirlas es la misma, tener un grupo de referencia propio. Todo debe ser lo más diferente al mundo adulto posible: las aficiones; el lenguaje propio; la música; los horarios (salen de noche)…
Sin embargo, algo que sorprende mucho a padres y madres es esta sensación de no saber cómo acertar con ellos. Es difícil acertar con la distancia. «Si le llamas porque le llamas, y si no le llamas porque no le llamas», dicen muchos padres. Cierto es que los adolescentes viven con una especie de fantasía / temor de que los demás les invaden y les leen el pensamiento. Se sienten transparentes a los demás, lo que tiene que ver con lo que planteábamos antes de la sensación de que su cuerpo va por libre. Pero a la vez… necesitan sentir esa seguridad, ese puerto al que acudir cuando las cosas les van realmente mal, que son sus padres. Por tanto… es complicado acertar con ellos.
Qué hacer con adolescentes en casa
Padres y madres tendrían que poder tolerar que sus hijos les vean un poco como invasores, porque esto permite a los adolescentes poder hacer su camino. Pero a la vez deberían poder estar ahí cuando se les necesita. No es tarea fácil esta. Pero no podemos olvidar que para los y las adolescentes tampoco es una tarea fácil. A veces deberíamos hacer un poco de memoria los adultos, para acordarnos de cómo nos sentíamos a esa edad: llenos de dudas, de temores hacia el futuro…
Para cualquier otra información sobre éste u otros temas, se pueden poner en contacto con María Bilbao, psicólogo en Bilbao.