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Ansiedad y angustia son dos términos muy relacionados, pero que no quieren decir lo mismo. Cuando hablamos de ansiedad nos referimos a la respuesta ante una situación de emergencia actual o futura. Sentir ansiedad, por tanto, sería adaptativo, porque nos prepara para la acción. Sin embargo, se convierte en algo que no es adaptativo cuando en realidad no hay dicha emergencia. La angustia consiste en las manifestaciones fisiológicas de la ansiedad. Tal y como exponen en esta noticia, la ansiedad nos protege, salvo cuando no existe dicho peligro.

Los síntomas físicos de la ansiedad (sensación de angustia)

  • Palpitaciones en el corazón.
  • Sensación de necesidad de orinar.
  • Mareos y/o náuseas.
  • Sensación de tener diarrea.
  • Temblor.
  • Dificultad para respirar.

En ocasiones, todos o parte de estos síntomas aparecen en lo que conocemos como crisis de ansiedad o ataque de pánico. Normalmente las personas que acuden a consulta por haber tenido uno o más ataques de pánico se sorprenden de que tuvieron dicho ataque en un momento de calma. Esto es lo habitual. La sensación es terrible para los que lo han vivido. Hay dificulta para respirar, dolor en el pecho… por lo que normalmente la persona piensa que está teniendo un paro cardíaco. Así mismo suele ir acompañado del pensamiento de que la muerte es inminente. Normalmente suelen finalizar con una sensación de agotamiento y de frío. Algo relativamente habitual es que un ataque de pánico sea el inicio de una época de ansiedad constante.

Causas

Encontrar las causas de la ansiedad es algo importante en un posible tratamiento. Es importante entender que la causa de la ansiedad no suele ser única. Normalmente hay diferentes factores que influyen en su aparición. En ocasiones la persona que acude a consulta tiene una idea de qué puede estar provocando su ansiedad. No obstante, es posible que haya más causas además de la que la persona es consciente.

Para cualquier información sobre este tema, no duden en ponerse en contacto con María Bilbao, psicólogo en Bilbao.

Fuente: elmundo.es