Parece que en la sociedad actual no habría tiempo para el duelo, tal y como se expone en la noticia adjuntada. La palabra duelo, en el sentido que aquí nos compete, proviene de la palabra latina «dolus», que significaba «dolor».
¿Que es el duelo?
El duelo es el trabajo mental de adaptarse a la vida tras una pérdida. Las pérdidas no solamente se refieren a un fallecimiento de alguien querido. Se puede perder un proyecto de vida, la patria, una relación, etc. Como trabajo que es, requiere de un esfuerzo, y de un tiempo. Esto quiere decir que el trabajo del duelo no se puede hacer rápidamente.
Por otro lado, el duelo conlleva un dolor mental. El dolor de tener que renunciar a algo, de no poder contar más con algo o con alguien.
¿Como superar el duelo?
Para poder hacer el «trabajo del duelo» debemos, de alguna forma, ir quitando parte de la energía mental que teníamos puesta en aquello que hemos perdido. Posteriormente, poco a poco, podremos usar esa energía para invertirla en otras cuestiones, otros proyectos, otras relaciones… Todo este proceso lleva un tiempo, que puede ser largo. Es esperable que el tiempo de duelo por la pérdida de un ser querido sea como mínimo de un año. Y durante todo el proceso, se puede sentir tristeza, enfado, confusión… Dolor, en definitiva.
Esta situación planteada parecería incompatible con los tiempos que corren. Y efectivamente, esto es lo que se está viendo. Parece que no hay tiempo para dolerse, para poder llorar, para no hacer nada porque uno está triste… Porque necesitamos producir, hacer un montón de cosas y además estar felices permanentemente.
El duelo y la sociedad
Paralelamente a este funcionamiento social actual se ve como muchos duelos se patologizan. Es decir, hay personas que no logran realizar el trabajo del duelo. Es un trabajo complicado de hacer, porque es doloroso. Pero evidentemente estamos influidos por las ideas antes mencionadas. Si vivimos en una sociedad en la que nadie debería sufrir, no se puede hacer un trabajo de duelo. La medicalización actual generalizada tampoco ayuda. No son pocas las personas que acuden a su médico de cabecera tras una pérdida reciente, y se les recetan rápidamente antidepresivos. Los convenios laborales suelen marcar un máximo de tres días después de la muerte de un familiar. Los rituales tras un fallecimiento (funerales, ya sean religiosos o de otro tipo) cada vez son actos más asépticos y más rápidos. No queremos estar en contacto con la muerte, evidentemente por el dolor que conlleva.
Pero este intento de negar el dolor a veces puede tener consecuencias. Aquellos duelos no resueltos pueden volver en el futuro en forma de tristezas más importantes. O bien en forma de dolores o complicaciones corporales, ya que todo aquello que no podemos elaborar con la mente a veces pasa al cuerpo.
Es importante, tras una pérdida, darse un tiempo. También podría ser necesario un apoyo, para acompañar en este proceso de duelo. Esto puede ser especialmente beneficioso cuando hay una sensación de que no se avanza, de que el dolor está como enquistado.
Fuente: pagina12.com