En este artículo se habla acerca de la imposibilidad de encontrar pastillas para conseguir la felicidad. Más allá de que evidentemente todo el mundo podría estar de acuerdo con este comentario, ya que píldoras que logren tal cosa suena a utopía,  el autor de tal comentario llama la atención sobre la excesiva tendencia a medicalizar y etiquetar el sufrimiento para intentar suprimirlo.

En la actualidad, desde la sociedad de consumo en la que vivimos, donde todo sucede rápidamente y parece que podemos tener todo en nuestras manos en un segundo… no hay espacio para el dolor. Parece que para poder solucionar las situaciones de sufrimiento mental habría que poner una etiqueta y por tanto tomar un tratamiento para seguir con la vida y  seguir produciendo, tomando esas inexistentes pastillas para conseguir la felicidad. En este momento, en nuestra cultura, no se permite dolerse, entristecerse, no sentirse bien. El mensaje que recibimos si encendemos la TV, vamos a cualquier librería o puesto de revistas es el de «sigue estos consejos para ser feliz».  Parecería, por tanto,  que si una persona no es feliz… es porque quiere, ya que con esas pautas es muy fácil lograrlo.

Sin embargo todo ser humano, en algunos momentos de su vida, pasará por situaciones de dolor mental, de sufrimiento, que difícilmente serán totalmente solucionadas con una lista de consejos o una medicación milagrosa que muchas veces no existe. No se trata de que haya que sufrir indefinidamente, porque este sea el destino del ser humano, sino de aprender a vivir con una dosis de frustración, de tristeza, de sufrimiento… porque irremediablemente  estas emociones nos acompañarán en alguna ocasión.

No obstante, cuando el malestar supera ciertos límites, puede ser necesario consultar, para recibir ayuda. Aquí está el enlace de cuando acudir a consulta, en adultos.

Fuente: diariodeleon.es